En medio de la crisis que nos arropa en nuestra isla, la difícil situación que experimentamos, los despidos masivos en el sector público y privado, así como tantas otras circunstancias que de manera particular atravesamos, se puede generar en nosotros un gran sentido de desesperanza. Surge en muchos la idea de que el futuro no puede mejorar, sienten desolación, angustia, impotencia y desarrollan la convicción de que la muerte es la única escapatoria posible a esta infelicidad extrema. De este modo, muchos acarician la idea de terminar con su vida, sin permitirse ver ese rayo divino de vida que de hecho existe. Le es imposible ver que, en verdad, esta situación sí cambiará y que vida volverá a regalarle cosas bellas.
Por esta razón muchos estamos preocupados por las estrategias de manejo que los puertorriqueños puedan tener ante situaciones como esta. Es por ello, que he querido compartir alguna información con ustedes, ya que es importante que todos estemos preparados y alerta para identificar y atender los casos que se presenten.
Para que la comunicación sea efectiva es necesario definir algunos términos. Suicidio es el acto consumado de acabar con la propia vida. Para ello, antes se realizó el intento suicida, que es la acción para llegar a tal fin y que es producto de la ideación suicida. Este último término se refiere al procesamiento mental de la idea de suicidarse y la elaboración de un plan estructurado para ello.
Primeramente es necesario que despejemos algunas dudas y mitos respecto al suicidio. Es, tal vez, una creencia muy popular que quienes se quieren suicidar no lo dicen y que si lo dicen no lo harán. Se ha evidenciado empíricamente que las personas que se suicidan le han hecho algún comentario sobre su deseo de morir a alguien. Lamentablemente, ese comentario ha sido pasado por alto o se ha ignorado pensando que el que lo dice no lo hace.
Otro mito comúnmente mencionado es que todo el que se suicida lo hizo porque estaba deprimido. Debemos advertir que hay otras razones que conducen a las personas a tal acto. Por ejemplo, el sentir una culpa agobiante, una pérdida significativa inesperada, un diagnóstico médico de una condición terminal, entre otras, pueden ser causa del deseo de acabar con la propia vida. Esto nos indica que si sabemos que alguien atraviesa alguna situación como las mencionadas, debemos prestarle atención y mantenernos alerta ante las señales de ideación suicida que pueda presentar.
¿Y qué hacemos si detectamos la intención de suicidio en alguien? Lo primero es brindarle el espacio y la confianza para que hable sin reservas sobre lo que siente. Es muy importante no minimizar ningún sentimiento. La persona necesita que entiendan la situación desde su propio punto de vista. No le contradiga excepto cuando hable de su “solución”. No tema preguntarle directamente si está pensando suicidarse. Eso no alentará su intención, sino todo lo contrario. Muchas personas desisten luego de contarlo. Aún así, no baje la guardia. Acompáñelo en todo momento durante la crisis y después de ella.
Sea asertivo al indagar el método que piensa usar para autodestruirse y elimine todo acceso al mismo. Es decir, si la persona le indica que se cortará las venas vigile que no tenga armas blancas al alcance. Si está pensando tomar medicamentos o hacer uso de un arma de fuego que posee, asegúrese de que no tenga acceso al mismo.
A través de la conversación, y de manera sutil, obtenga la mayor cantidad de información posible. Es importante conocer el nombre, dirección y teléfono de algún familiar que pueda ser de ayuda, un pastor o sacerdote. Será necesario contactar a alguno de ellos.
Anímele para buscar ayuda de un profesional de la conducta, consejero, líder religioso, familiar o maestro. También puede recomendarle y acompañarlo a llamar a una línea de intervención en crisis. No olvide que si detecta peligrosidad o ya ha tenido un intento suicida debe acudir a una sala de emergencia psiquiátrica para una evaluación por un profesional de la Salud Mental. Aún si la persona se negara a ser hospitalizado, existe el recurso de la Ley 408 de hospitalización involuntaria. Luego de la evaluación, el personal del hospital le ayudará a hacer las gestiones pertinentes para obtener la orden del juez para ingresar de manera involuntaria a la persona.
Cuando la conversación lo permita, comience a darle ánimos. Indíquele que ha hecho lo correcto al contarle a usted ya que está dispuesto a escucharle y ayudarle. Asegúrele que sus problemas tienen solución y que no debe perder la esperanza. Dele aliento y hágale sentir comprendido y acompañado.
No le deje solo, ayúdele a buscar ayuda y acompáñelo. Gestione que siempre esté acompañado de alguien que le pueda apoyar.
Adelante les presento algunos versos bíblicos que pueden serle útiles para animar a la persona atribulada. No olvide que el cultivar nuestra espiritualidad sirve para protegernos de pensamientos de muerte y autodestrucción.
Filipenses 4:6-7 (Nueva Versión Internacional)
6 No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Mateo 11:28 (Nueva Versión Internacional)
28 Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.